jueves, 13 de noviembre de 2008

El cambio de diego


Hola a todos. Como ya me vais conociendo mas creo que dentro de poco y colgare capitulos de mi libro... intentare retocarlo un poco porque le primer libro e sun poco malo auqnue la historia e smuy buena. Para empezar los capitulos son muy cortos(sobre todo los primeros) y el estilo de narracion no me gusta demasiado... Tengo dos libros acabados pertenecientes a la misma saga:

LA LEYENDA DE LUMINEX. El primero es el misterio de luminex y el segundo el asesino oscuro. El segundo es mil veces mejor que el primero y la histria es muy superior. Tngo un tercero de la misma saga inacabado aunque tengo la gan mayoria de la historia pensada y escrita, pero sólo tengo cinco capítulos acabados. En cualquier caso subire los dos aqui y aver que tal. Por supuesto los subire poquito a poco... porque si no... Pero eso será la semana que viene. Hoy os quiero presentar un relato del cambio climático que se presentó a concurso de concienciación medioambiental y ganó... a pesar de ser un truño de narración, la idea era astante buena... En fin este es un relato que me gustaría cambiar algún día. Por cierto también tengo un libo de relatos pero todavía no está cerrado. En fin aquí os dejo el relato. Este mundo podría ser un poquito mejor si todos nos dieramos cuenta de que un grnito de arena ace mucho...


EL CAMBIO DE DIEGO

Diego dejó su jarra de cerveza vacía sobre la barra de un bar solitario saboreando hasta la última gota de este divino líquido. Eran las ocho y media de la mañana y Diego, que era el reportero de un famoso periódico, tenía que ir a hacer una entrevista a un aldeano de un pueblo cercano que lo había perdido todo en un incendio. Era, por así decirlo, una de esas historias que tanto venden. A Diego ese asunto le importaba bien poco, bastante tenía ya con sus problemas como para preocuparse de los de los demás. Diego sacó su billetera y pagó al camarero del bar:
- Me voy a currar, Marcos, cóbrate.-dijo Diego al camarero.
- Vale, Diego, suerte.-contestó el camarero.
El reportero salió del bar y subió en su coche, uno de esos de gran potencia de los que corrían mucho y contaminaban aún más. A Diego el problema del cambio climático, como la mayoría de las cosas, le importaba bien poco. Se había convertido en un autómata que sólo trabajaba, comía y dormía. Su coche de color negro pronto llegó a un bosque calcinado. Lo que habían sido árboles en un tiempo no muy lejano ahora sólo eran cenizas. Diego aparcó el coche y se bajó de ese enorme vehículo contaminante. En cinco minutos estaba en el bar de la aldea. Todos mostraban un semblante muy serio, casi de aturdimiento. Preguntó al dueño del bar por el aldeano y se limitó a señalar a un tipo situado en una esquina con las manos en la cabeza y llorando. Estaba sucio y por sus profundas ojeras delataba que hacía tiempo que no dormía. Diego se limitó a dar las gracias por la información y a pedir una cerveza. Pronto estuvo frente al abatido aldeano que lo había perdido todo en el incendio. A pesar de todo, el horrible aspecto del aldeano no sirvió para conmover el alma de piedra de Diego. Saludó con educación al aldeano y se presentó:
- Hola, soy Diego el reportero del Periódico comarcal. Sé cómo se encuentra y le presentó mis más humildes disculpas por la entrevista. Pero me pagan por esto. Intentaré ser breve.-como es lógico estas palabras no eran más que palabrería un artífice para ganarse la confianza del entrevistado.
- Bien, pregunte.-contestó el aldeano casi sin levantar la cabeza.
- ¿Usted estuvo en su casa cuando el incendio del bosque?- preguntó Diego yendo directamente al grano.
- Sí así es. Fue una muy mala experiencia, mi mujer y mis hijos murieron y yo también lo habría hecho de no ser porque me rescataron a tiempo. No se la deseo ni a mi peor enemigo.
- ¿Cuál cree usted que fue la causa del incendio?
- Eso es lo más claro del asunto. Hay una empresa que querría construir edificios y empresas en nuestro bosque. Como se lo prohibimos por la conservación del bosque ahora han provocado un incendio para recalificar el terreno y construir edificios para peces gordos.
- Esa es una acusación muy grave, señor.
- Pero cierta. Usted es como todos los de la ciudad. Les da igual el planeta con tal de vivir cómodos. Piensan que el cambio climático es algo muy lejano y no hacen nada por evitarlo. Coches, fábricas, contaminación. Pronto no habrá ningún planeta donde vivir ¿sabe? Habremos destruido el planeta por culpa de cuatro necios que se enriquecen por el cambio climático. A esos cuatro necios les interesa que todos seamos unos autómatas que vivamos sin pensar para que puedan controlarnos. Usted mismo me hace esta entrevista tan sólo porque vende, pero le importa una soberana mierda lo que me haya pasado a mí y al bosque.- el hombre hablaba deprimido y con un tono de ira.
El aldeano no podía haber estado más acertado, Diego dio por terminada la entrevista y salió del bar. Se subió en su coche y en el trayecto pensó en las palabras del aldeano. No sabía por qué pero sabía que lo del asunto de la empresa era cierto. De hecho todo el mundo lo sabía, pero la gran mayoría callaba para no recibir represalias. Y no sólo eso, sino también el desinterés general el pasotismo, eso también era cierto ¡Con lo sencillo que era reciclar! Diego estuvo pensando y vio que desde siempre había estado equivocado con su actitud pasota. Él estaba contribuyendo con ello a crear un mundo peor.
Pasaron los días y las semanas, hasta que llegó una mañana en el que el Sol calentaba más de lo normal, el aire no se respiraba igual. Diego había actuado sí, reciclando pero comprendió que eso no era suficiente, tenía que concienciar a toda la población. El mundo se destruía.
De repente Diego se despertó sobresaltado. Había sido todo una horrible pesadilla incomprensible. Pero había entendido algo, si no actuaba el mundo se iba a convertir en un vertedero calentado por el sol. Diego se encontraba en la barra del bar con la cabeza inclinada en la barra. Se había dormido, miró su móvil, era sábado. Pagó a Marcos y se fue hacia su casa, cosa que sorprendió al camarero ya que solía pasarse los sábados en el bar. Se fue andando a su casa, todavía quedaba mucho por hacer y por algo había que empezar.

FIN

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